A ver si acierto con lo que te pasa…
- Sientes que los demás se aprovechan de ti.
- Eres incapaz de decir «no» o «sí».
- Te sientes fatal contigo misma/o.
- No te gustas.
- Sientes que haces las cosas mal, que eres un desastre.
- Sientes que vales poco.
- …
Y así, hasta el infinito. Todos tenemos momentos como esos. Otra cosa es que sea una constante en tu vida…
Hay que tener en cuenta dos cosas: una es el autoconcepto y otra es la autoestima.
El autoconcepto es lo que pensamos sobre nosotros. Cómo te describes, cómo te ves en las diferentes áreas de tu vida.
La autoestima es el valor que te das a ti como persona (con todo lo que piensas de ti). Dicho de un modo más dulce, cuánto amor sientes por ti. Si te resulta raro leer esto, ya es motivo para observar qué pasa.
El autoconcepto influye mucho en la autoestima. «Así te piensas, así te valoras».
También hay que revisar las creencias que se tienen sobre la vida, pues según esa visión, puede influir en tu autoestima.
A muy grandes rasgos, el autoconcepto y la autoestima se empiezan a crear cuando somos pequeños. A través de los mensajes y sentimientos que recibimos de los adultos, cuidadores y personas cercanas. Si fueron personas que nos dieron mensajes positivos, creyeron en nosotros y facilitaron nuestra exploración del mundo, es muy probable que tengas una autoestima saludable. Te enseñaron que puedes confiar en ti a pesar de que la vida, en ocasiones, no sea tan agradable y fácil.
Si recibiste mensajes negativos sobre ti, no te daban apoyo, valor o no percibiste sentimientos de ser querido, es muy probable que tu autoestima sea baja, porque no te enseñaron a valorarte ni a darte prioridad.
Los mensajes que recibimos de los demás, a lo largo de nuestra vida, también influyen en nuestro autoconcepto y en nuestra autoestima. Para esto hay que estar preparados, porque los demás tienen sus propias opiniones y tú has de tener muy clara la tuya. De esta forma no te pierdes en las «miserias» del otro.
Crecemos con un montón de creencias que no nos cuestionamos y las damos por válidas sin saber que las podemos cambiar.
Hasta que no nos paremos y observamos qué es lo que hay en nuestro interior, revisemos lo que pensamos y sentimos hacia nosotros, no seremos conscientes de cuánto nos afecta a nuestro bienestar.
Para esto se requiere tiempo, paciencia y mucho amor. Es un «currele» importante. Se cuestionan las ideas que se tienen sobre uno mismo. Se aprende a cuidarse, a quererse con acciones que nos ayudan a sentirnos mejor. En definitiva, es aprender a conquistarnos y enamorarnos (sanamente) de nosotros mismos. Es un trabajo constante.
Y pese a ello, no significa que no vayas a tener momentos duros y de bajón sino que aprendes a relacionarte de una manera diferente contigo misma/o para superar esos momentos difíciles.
Vale, tengo baja autoestima… ¿qué hago?
Ir a un profesional de la psicología no estaría nada mal. Como dije en otro artículo, si tu nivel de malestar te impide llevar una vida con normalidad es para planteárselo.
No obstante, mientras lo meditas, te digo algunas cosillas:
No eres todo lo que piensas, ni lo que piensas son ideas inmutables que no se puedan cambiar.
Lo que piensen los demás de ti es cosa suya y no son «verdades absolutas» sobre tu persona.
Puedes mejorar la relación que tienes contigo mismo y manejarte mejor en momentos difíciles.
Sentir amor por ti es una de las mejores sensaciones que puedes tener. ¡Ojo! No es fácil cuando no se ha tenido tierra de cultivo para desarrollarlo. Pero se puede conseguir.
Y siguiendo la metáfora… la autoestima es como una planta, sino la cuidas, se muere.
¿Cómo andamos de autoestima?
¿Te darías una oportunidad para mejorarla?
Te ofrezco mi espacio para verlo.
Un abrazo fuerte.
Rebeca Rogers.
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